domingo, 17 de abril de 2011

Los tiempos y las puestas
05/03/2009 | Por Mónica Berman | Reportaje a Mariano Dossena


Foto: Silvana Miyashiki



Foto: Silvana Miyashiki


Mariano Dossena es un director joven ciertamente particular. ¿Por qué? Porque está construyendo un recorrido atípico. Los tres últimos autores que eligió para sus obras fueron: Paul Auster, Marguerite Duras y actualmente, J. B.Priestley.
En una escena donde muchos de su generación rehuyen de los textos dramáticos él asume un desafío diferente.
Razón suficiente para ir a hacerle un par de preguntitas.

-Contame cuál fue tu formación, con quiénes estudiaste.

-Me formé como actor y director con maestros como Juan Carlos Gené, Verónica Oddo, Augusto Fernández, Rubén Szuchmacher, Luciano Suardi... El orden no tiene que ver con una jerarquía, sino con la aparición en la memoria...
También con algunos profesionales del exterior como Alberto Isola (Perú), Jorge Guerra (Perú), Beatricce Braco (Italia) y Marcelo Díaz (director residente en Alemania).

-Uno podría pensar que hubo una variación, porque no empezaste con autores "consagrados", por llamarlo de algún modo...

-Es cierto. En un principio fue Del estómago bien gracias, de Silvia Spina y luego Bardo, la puerta de la tierra pura, que era una propuesta con dirección, dramaturgia y actuación de Silvana Correa y mía. Ensayo anterior, que la conocés, ¿no?

-Sí, claro. Bastante, digamos...

-Bueno. Ahí estuvo el quiebre, porque el trabajo fue con autores consagrados pero no con una obra completa, sino con fragmentos, cruces... Luego llegó Espacio Escondido, de Paul Auster, La música, de Marguerite Duras y actualmente El tiempo y los Conway. El trabajo es totalmente distinto.

-Antes de entrar directamente en tu puesta actual, contame acerca de tu lugar en relación con la actuación.

-Mirá: realmente es muy pero muy heterogéneo, en varios sentidos. Por un lado, por las obras, los directores, y por el otro, por la experiencia diversa de los pasos por el teatro, el cine y la televisión. Como ejemplo, nada más, puedo decir que trabajé en la sala Carlos Carella, en Liberarte, pero también en el Centro Cultural Recoleta y en el Teatro General San Martín, que hice Mateo, de Armando Discépolo y Seresleves, de Javier Margulis ¿Alcanza como muestra?

-¿De la diversidad? Ya lo creo... ¿Y fuera del teatro?

-Trabajé en Temporal, de Carlos Orgambide, en un coprotagónico y después en televisión participé en Chiquititas, Padre Coraje, Como vos y yo, Casi ángeles...
Pero eso no es todo. También hice la asistencia de dirección de Ahora somos todos negros, con Leonor Manso e Ingrid Pelicori, en el CCC. Además, desde 2004 trabajo como profesor de teatro en el Colegio Nacional de Buenos Aires (UBA) y en diversas instituciones culturales.

-Muy bien. Tenemos un panorama más o menos general de tu historia. Ahora entremos en el presente ¿Por qué elegiste últimamente autores como esos?

-Creo que los autores que elijo para mis proyectos tienen un factor común: un fuerte apoyo en el texto y en la situación y un espacio definido. Me interesa el realismo de la situación, deseo que aquello que el autor imaginó suceda en el cuerpo de los actores. Para mí el desafío radica en que la situación, por mínima que sea, esté habitada por el decir y que el espectador pueda verse reflejado en algo que sucede.Elijo una obra si me emociona, si a partir de ella puedo contar algo de mí en lo que estoy haciendo. Es cierto que trabajé como actor y director partiendo de improvisaciones y han sido experiencias muy gratas, pero hoy la obra, el texto, es mi eje cuando me decido a encarar un proyecto.

-¿Cómo fue la elección de esta obra?

-La había leído en mi adolescencia, en mis primeros acercamientos a la literatura dramática; leía de manera desenfrenada, todo lo que hubiera a mi disposición, aunque no supiera bien de qué se trataba. La lectura era una manera de estar conectado todo el tiempo con esa actividad que me empezaba a alucinar que era el teatro.
Esa obra me trajo una sensación muy extraña. Ese raro manejo del tiempo me dejó pensado y se ve que quedó en mi inconsciente por muchos años. Justamente, hablando de ese aroma a adolescencia, volví a reencontrarme con el texto cuando buscaba una obra para hacer con el Grupo de Teatro del Colegio Nacional de Buenos Aires. En esa búsqueda reapareció El tiempo y los conway y encontré ahí aquello que quería contar. Desde ya que significaba un tremendo desafío. Era un proyecto un tanto grande para las condiciones de producción actuales del teatro independiente (10 actores, 2 épocas, 1920-1940), pero aun así puse manos a la obra. En primera instancia obtuve los derechos y luego recurrí a Jaime Arrambide para que realizara una nueva traducción. Necesitaba un lenguaje más cercano y él lo logró perfectamente bien. Primero, en lo que a mí respecta y luego para los actores. Hubo un momento de pruebas con Jaime hasta que todos quedamos conformes.

-¿Cómo fue la elección de los actores?

-En principio, tuvo que ver con construir esta familia inglesa. Me importaba mucho que desde lo visual fuera creíble. Convoqué actores con los que ya había trabajado en otras puestas, además de algunos ex alumnos y por otro lado hice una convocatoria para completar el elenco. Tuvimos varios encuentros de trabajo de texto con Arrambide y los actores, y luego nos dispusimos a trabajar con la obra.
El proceso de ensayo duró casi 9 meses. Empezamos a acercarnos a ese mundo con algunas improvisaciones y trabajos individuales, pero rápidamente iniciamos el trabajo con el texto. Tuvimos momentos de mucho caos. Armonizar 10 energías en escena no es nada fácil. Por otro lado, pensá que era gente que no había trabajado junta en oportunidades anteriores, gente de diferentes edades, con diferentes registros actorales...
Además yo creo que ni los actores ni los directores tenemos demasiado ejercicio en trabajar con elencos numerosos, ya que, por motivos de producción y tiempo, es difícil sostener un proceso de ensayo continuo y profundo. Creo que nosotros hemos tenido mucha suerte de poder concretar el proyecto y estoy feliz con el resultado. Para mí ha sido una experiencia increíble, de las más difíciles, pero valió la pena.

-¿Cómo trabajaste la cuestión de la puesta?, ¿cómo pensaste el espacio, lo sonoro?

-En realidad, trabajé la puesta a partir del autor. Me inspiró el propio J.B. Priestley, ya que respeté el espacio propuesto por él, esa especie de cuarto del fondo de la casa donde los hijos juegan, que luego en el acto 2 se convierte en una sala de estar donde la familia se reúne a hablar de dinero. Trato de escuchar mucho al autor. Creo que en su propuesta esta la clave de la obra. En cuanto a lo sonoro, hay dos planos: el de la realidad, por llamarlo de algún modo que tiene que ver con el clima de la obra, la fiesta, el sonido exterior, etc. y por otro lado, el de una música original especialmente compuesta para la ocasión por Diego Lozano, con algunas reminiscencias clásicas, que le otorgan el tinte de aquellos años.

-¿Qué pensás de la decisión de los directores de cumplir este papel múltiple de director, actor, dramaturgo, decisión que obviamente no asumiste? ¿ Tenés una posición valorativamente en contra?

-Creo que es una decisión respetable, aunque a mí no me llama demasiado la atención. Como te decía antes, me maravilla la perfección de algunos autores teatrales y siento ganas de sumergirme en esos mundos ajenos para apropiarme de ellos. A veces cuesta supeditarse a las restricciones que te propone un autor, sobre todo en autores sólidos, que de por sí ya te proponen la puesta en sus acotaciones. En ocasiones es difícil superar esa propuesta. Hay muchos directores que se creen mejores autores que los autores mismos. Entonces me pregunto: ¿por qué toman un dramaturgo? Tal vez sea mejor hacer un texto propio, antes que torcer la voluntad de aquél.
Creo que actualmente hay, por parte de ciertos directores, una tendencia a mirarse un poco el ombligo y a considerar, además, que cualquier texto que escriban puede resultar interesante, incluso a creer que el texto propio le agrega cierto valor a la cosa. No coincido con esa ecuación. Me parece que el trabajo del director es hacer emerger el pensamiento y la intención del auto. El director debería estar al servicio de la puesta, de los actores y de lo que se quiere contar. Para mí, el arte del director es generar los mecanismos escénicos para que se cuente una historia en el escenario. La poética de actuación, el estilo, son también decisiones del director. Sé que este pensamiento puede sonar a que soy un "bicho raro" (me lo han dicho colegas cuando les contaba este último proyecto), pero a veces me siento más cercano al teatro "viejo" (como lo suelen llamar los popes modernos) que a los directores de mi generación, posición que me alegra y que seguiré transitando como sea.

-Amén. Digo, está genial que haya posiciones divergentes en nuestro teatro. Muchísimas gracias.

-De nada...
Nadie plancha como yo, la soledad que no desespera
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Por: Sergio Bollinckx (colaborador)
sergio.criticunder@ymail.com

Calificación: ★★★


Con la dirección de Mariano Dossena y protagonizada por Valeria Kamenet, se presenta este unipersonal que relata las ambivalencias y contradicciones de Betty, una mujer madura “profesional y autosuficiente” (tal como se autodefine) pero que encuentra difícil enamorarse….

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Es así que recrea a través de un colorido monólogo, los hombres que han pasado por su vida, las divertidas peripecias que dieron lugar al consabido “no funcionó” y sus correspondientes justificaciones que van de lo melodramático a lo histriónico, con picos de originalidad y chispeante picardía, pero que en la búsqueda del remate adecuado se rozan algunos lugares comunes…Valeria compone un personaje vigoroso, bien logrado desde lo estético, que transita la obra con delicadeza y soltura, ratificando su reconocido talento y oficio.


Juega con la plancha y el teléfono, con sus interpretaciones simbólicas en el imaginario femenino y masculino, como el Ying y el Yang en oposición de lo que se espera de toda buena mujer o lo que ella quiere hacer y no se lo permiten…o no se permite ella misma por el mandato de su propia subjetividad.


Ciertamente, no es tarea fácil abordar desde el humor, temáticas relativas a los cada vez más solos y solas, la dificultad para encontrar pareja en estos tiempos marcados por el individualismo, la trivialidad y la carencia de compromiso. El director Mariano Dossena toma el desafío con convicción y propone una mirada algo estereotipada que, en su afán por explotar el lado histriónico de la divertida y adorable Betty, le quita algo de credibilidad (una sobredosis de mohines y una impostación de la voz estilo falsete, por ejemplo).


En resumen, una mirada cálida y divertida sobre quizás la gran paradoja de esta sociedad… cada vez más conectados, pero cada vez más solos; haciendo la plancha en el mar de nuestra existencia.
Al que hace la plancha...

Una cuarentona reniega de su dilatada soltería y se pregunta con crudeza y humor: "¿Dónde está mi prometido príncipe azul?"



Por Jésica Neuah


"La vida es todo aquello que pasa mientras uno está ocupado haciendo otra cosa", decía el gran John Lennon. Esa pareciera ser la frase justa para describir la tormentosa vida de Betty, una soltera de 43 años que busca desesperadamente -y con poco éxito- el amor de su vida.

Es que, en Nadie plancha como yo, se ve retratada a esta mujer que sale con un hombre tras otro sin lograr encontrar a esa persona especial con quien formar una soñada familia. La obra de Ana von Rebeur está dirigida por Mariano Dossena y cuenta con la actuación de Valeria Kamenet, quien se pone en la piel de esta cuarentona que sigue poniéndole fichas al amor a pesar de todas las experiencias fallidas que vivió.

La historia de desata a raíz de un artículo en el diario que cuenta que hay seis millones de solteros en Argentina. A partir de allí, Bety comienza a analizar y a reflexionar: ¿Por qué una mujer como ella sigue sola?, ¿Qué le pasa a los hombres con respecto al compromiso? Y, sobre todo: ¿Por qué ningún hombre pudo sentir el roce de las camisas planchadas a la perfección por ella?

Aún en los momentos de frustración, la protagonista nunca pierde el humor y muestra una catarata de chistes de todos los matices y colores referentes al tema que más le importa: los hombres con los que salió. Cuenta con gracia, por ejemplo, que uno descubrió que era gay, que otro quería tener hijos pero no ese momento y que se quería casar pero no con ella...

En este repaso de su vida, Betty se muestra alegre pero también con sus momentos melancólicos. Porque, finalmente, la obra demuestra que al que "hace la plancha" se lo lleva la corriente. Por eso ella, que es fanática del planchado, admite que por causa de este hobby varias veces dejó pasar personas y momentos importantes en su vida. Toda una declaración de principios.

Pero no todo está perdido: con sus 43 años, descubre durante su monólogo que alguien está enamorado de ella. Con un giro inesperado, la historia cierra con un final esperanzador para cualquier soltero, cuando la protagonista de este unipersonal nos invita a comprender que nunca es tarde para amar y ser amado.



NADIE PLANCHA COMO YO
De Ana von Rebeur

FUNCIONES
Sábados a las 20.30

LUGAR
Centro Cultural de la Cooperación - Av. Corrientes 1551, Ciudad de Buenos Aires.

ENTRADAS
$30.-

Desde las cenizas

Desde las cenizas
Ana von Rebeur perdió su casa en un incendio. Pero resurge con su obra.
2010-07-08T14:05:58-03:00 Comentar |
Por Cristian H. Savio

Todo es un nuevo comienzo”. La escritora y dibujante Ana von Rebeur lo dice convencida, mientras todavía no logra sacar el olor a humo que quedó en su ropa. El 18 de mayo pasado se incendió la casa de Acassuso donde vivía con su familia. “Nos salvamos todos por un pelo, pero la casa quedó destruida”, escribió en su blog “¿Quién entiende a las hombres?”. De sus mascotas se salvaron la cotorra, “que estuvo en shock una semana, muda”, y un pececito dorado al que rebautizaron, con buen tino, “Highlander” (“fue el único que sobrevivió, en una pecera caliente y llena de cenizas”). Dice que pensó en escribir un libro con todas las historias relacionadas con este incendio, pero que la idea no tuvo aceptación. En cambio, para fin de año espera publicar “¿Por qué cuernos me engañaste?”, una obra sobre la infidelidad.

En medio de la tragedia, en junio se repuso una de sus obras de teatro, “Nadie plancha como yo”, en el Centro Cultural de la Cooperación. Con Valeria Kamenet y dirección de Mariano Dossena, tiene funciones a sala llena y permanecerá al menos hasta el 28 de agosto.

Allí, Von Rebeur aborda la temática que ha sido el hilo conductor de su vasta y heterogénea obra (libros, blogs, cómics): la conflictiva relación entre el hombre y la mujer, y la problemática de ellas a la hora de encontrar una pareja que les permita la felicidad sin resignar independencia.

Tanto en su libro “¿Quién entiende a los hombres?” (Norma) como en “Nadie plancha como yo”, parte de una observación similar que tiene que ver con la soledad de la mujer. ¿Es tan mala la soledad?

No, para nada. El gran problema de la gente es no estar bien consigo misma, tener que entretenerse con la compañía de otro. La diversión es eso, volcarse a otro lado, no adentro, porque lo de adentro te inquieta, te aburre o te enoja. Muchos ven lo de estar solo como un estigma espantoso, pero no es lo mismo que hace 20 años. Más ahora, que el matrimonio está en vías de extinción.

No para la comunidad homosexual, que se moviliza para conseguirlo.

El matrimonio gay me parece civilmente necesario. Los gays la tienen difícil: tienen que sufrir una vigilancia constante de una sociedad morbosa. Y ni hablar de las lesbianas, que tienen el doble castigo de ser gays y mujeres. Pero no me parece que el tema muestre un real interés colectivo, sino que tiene más que ver con el morbo. Y creo que en toda sociedad muy obsesionada con el tema gay existe un menosprecio directo a las mujeres.

A raíz del incendio, Von Rebeur descuidó un poco la actualización del blog que lleva el nombre de su último libro, pero siguió de cerca el otro, “Qué soy para ti”, donde recibe “toneladas de cartas” de mujeres de toda Latinoamérica, chicas que a los 23 años ya se sienten viejas porque no tienen novio. “A esta altura me encantaría ser hombre”, dice. “La tienen muy sencilla. Es muy fácil levantarse minas”.

¿Le parece?

Los tipos tienen cantidad de mujeres a su disposición, alertas a la más mínima señal subliminal de que le sostenga la mirada un ratito más que cualquier otro. Pero, en definitiva, la desesperación femenina por formar pareja está marcada por el valor biológico: saben que el tiempo reproductivo lo tienen contado. Es una diferencia insalvable con el hombre.

Acepto que no se entienda a los hombres. Pero ¿qué quieren las mujeres?

Los muchachos se quedaron atrasados con respecto al avance de las chicas. Ahora la mujer quiere un tipo con el cual poder conversar, que tenga una pasión en la vida, que no sea un quedado, que se cuide y no sea autodestructivo. Es difícil de encontrar. En la obra y en mis libros hablo de esta mujer que quizás no necesita a nadie, pero la independencia puede tener el precio de la soleda
NADIE PLANCHA COMO YO” (Nuestra Crítica).
Una mujer que ve el tiempo pasar… planchando.
Nadie plancha como yo


Betty es un personaje pintoresco, representa a una mujer argentina que podría ser aquella tía solterona que en el contexto familiar todos quieren, siempre viste con prolijidad, se maquilla con precisión y seguramente usa cremas para tapar arrugas…

Valeria Kamenet le da vida a esta mujer que se describe como “soltera por decisión”, pero que nunca pierde las esperanzas de conocer a ese hombre que la complete y que le de significado a su existencia.

Las historias a las cuales Betty se enfrenta son disparatadas en todos los sentidos, prácticamente ha tenido citas con toda clase de hombres y aún ninguno se compara al placer que ella siente por “planchar”.

Y así se le pasan los años y lo único que sigue intacto es su tabla de planchar. Es más, si fuese por ella, le plancharía la cara al mundo y “alisaría” todas sus angustias en miras de poder seguir planchando…

Sin embargo, a veces las cosas no resultan como se espera y de esta manera el público tiene la posibilidad de enterarse porqué Betty está como está y qué cosas se despiertan en ella para que decida seguir adelante a pesar de todo.

“Nadie plancha como yo”, de Ana von Rebeur, se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes1543) los sábados a las 20:30 hrs.

FACUNDO ESPÓSITO

Ficha Técnica:
Autora: Ana von Rebeur
Interprete: Valeria Kamenet
Escenografía y Vestuario: Nicolás Nanni
Música Original: Diego Lozano
Luces: Pedro Zambrelli
Fotos: Pablo Vergottini
Operador de sonido: Tony Chavez
Producción: Pablo Silva
Dirección: Mariano Dossena.
En una sala con buena ambientación, con elementos escenográficos mínimos pero efectivos donde el público está ubicado casi en una extensión de su living, Betty repasa su vida sentimental, mostrándonos su realidad (a veces cruel) y tratando de descubrir por qué es uno más de los 6 millones de solas y solos que reflejan las frías estadísticas del INDEC.



Betty es una pintoresca mujer soltera de 43 años (sin llegar a ser una solterona) que, con una serie de disparatados estereotipos de la problemática femenina, nos relata en detalle sus sentimientos y peripecias, desde la envidia que siente por sus padres casados por 57 años hasta la infidelidad que le confesó Miguel, su ex novio por tres años.



De repente nos damos cuenta que esa mujer que viste con prolijidad y se maquilla con precisión, siente un amor platónico por... su plancha, y lo manifiesta con un notorio uso de la gestualidad y el baile. Durante una hora Valeria Kamenet le da vida a esta mujer que se describe como “soltera por decisión”, pero que nunca pierde las esperanzas de conocer a ese hombre que la llene y le de significado a su existencia.



El texto de Ana von Rebeur se resuelve de forma ágil e ilustrativa, aunque transita diferentes pasajes donde el argumento y los remates cómicos se tornan predecibles.



El vestuario es muy atinado con la propuesta y la modificación vocal es justa para el personaje.


Ficha Técnica:

Autora: Ana von Rebeur

Interprete: Valeria Kamenet

Escenografía y Vestuario: Nicolás Nanni

Música Original: Diego Lozano

Luces: Pedro ZambrelliFotos: Pablo Vergottini

Operador de sonido: Tony Chavez

Producción: Pablo Silva

Dirección: Mariano Dossena



Eventos Buenos Aires.



"Nadie plancha como yo".


De Ana von Rebeur, con Valeria Kamenet, y dirección de Mariano Dossena (El Tiempo y Los Conway).


Todos los sábados a las 20.30 hs. se presenta “Nadie plancha como yo”, espectáculo unipersonal humorístico escrito por Ana von Rebeur, protagonizado por Valeria Kamenet (Humordazada), música original de Diego Lozano, producción de Pablo Silva y dirección de Mariano Dossena (El Tiempo y Los Conway).



En el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1551. Entrada $30.- / Funciones Sábados 20:30 hs.


"Edda Díaz es la madrina de esta nueva propuesta teatral"


Contacto de Prensa:

Silvina Pizarro.
Tel.: 3532-5580 // 15-5044-8132.

"La Soledad, esa intrusa compañera"

NADIE PLANCHA COMO YO: "La Soledad, esa intrusa compañera"
Sábado, 04 de Septiembre de 2010 20:15
Por Mónica Leiva



El unipersonal “Nadie plancha como yo” esta materializado y llevado a la acción por la carismática actriz Valeria Kamenet, interpretando a Betty una mujer madura de 43 años, bella, esbelta, pulcra, ordenada e inteligente. Betty ilustra sus aptitudes y conjunto de cualidades narrando sus obsesiones por planchar todo aquello que tenga arrugas. Aunque serán Los “ringtons” de la soledad que un día despiertan a Betty, y es sorprendida por su angustioso presente, la cual (inevitablemente) la llevan a reflexionar sobre el "como" y "porque" de su estado de situación.

“Planche toda la noche” eslogan utilizado en los años 60 por las jóvenes en los salones de baile utilizaban esta frase (de mucha similitud con el título de esta obra), cuando se encontraban desprovistas de la suerte de un apuesto caballero para invitarlas a la pista de baile. La soledad, ya no es una cuestión de género, sino una nueva propuesta de las circunstancias de la vida en sociedad, en la cual la preocupa a gran parte de las mujeres. Después de una agitada rutina laboral llega el fin de semana, pero la soledad se instala como una intrusa. Actualmente ¿Por qué hay muchas mujeres solas, pero exitosas? ¿Por qué para una mujer ideal es tan complejo encontrar una pareja?

Esta maravillosa obra tiene también la mirada masculina del actor, docente y director Mariano Dossena. Con experiencia en la dirección de textos clásicos MD asume el compromiso de dirigir un unipersonal humorístico, que lo resuelve profesional y coherentemente. Ello lo vemos en los atinados tránsitos emocionales del personaje, en los prolijos movimientos en escena, y el énfasis adecuado del texto cuentan y forman parte del personaje y de la historia. La ruptura de la cuarta pared funciona ya que Betty encuentra empatía, complicidad y con el humor como elemento correctamente puestos en conceptos e ideas reconocidos por el público.

¿Qué pasó con los hombres que conoció durante sus 43 años? ¿Por qué aún no ha encontrado una pareja? Para encontrar una respuesta a su decadente presente, parte de nostálgicos recuerdos y remembrando situaciones vividas. Desde su cuerpo y experiencia de mujer se traslada a su lejana adolescencia, narra su primera experiencia con su compañero de colegio, que termina con una resolución inesperada; luego avanza años más cercanos contando sus relaciones frustradas por desencuentros con el sexo opuesto.

Todo este despliegue de la actriz es perfectamente acompañado con una magnifica oralidad, con su exquisita habilidad física para transitar el escenario y por la gran destreza de su esbelta figura (Valeria Kamenet), quien se apropia con solidez del escenario. Sin dudarlo hay una adecuada explotación a la puesta en escena que en conjunto con los precisos y apropiados matices de la iluminación logran ser maravillosamente funcionales para con los diferentes estados emocionales de Betty; y consiguen perfectamente abstraer al espectador.

Desde el comienzo y en el transcurso de la obra, Betty recibe llamados y correos electrónicos, pero ella no atiende ya que está ocupada en el análisis de su pasada vida amorosa, cuando finalmente ella contesta el llamado, se entera de una noticia que al principio la subestima, pero que lentamente reflexiona y se da cuenta que la única persona que estuvo a su lado, que le prestó atención y que le había confesado sus sentimientos hacia ella, se va del país.

Betty a pesar de admirar a este hombre por sus humanas cualidades, nunca lo tiene en cuenta como hombre. Entonces, podríamos deducir que la elección de la maravillosa e infeliz soledad es algo que ella opta, porque no valora y no tiene en cuenta al hombre o mujer que está cerca. “Nadie plancha como yo”, es una obra que aborda un tema femenino, pero que los hombres no dejan de ser los protagonistas

Nadie plancha como yo
Autor: Ana Von Rebeur
Dirección : Mariano Dossena
Intérprete: Valeria Kamenet
Escenografía y vestuario: Nicolás Nanni
Luces: Pedro Zambrelli
Música original: Diego Lozano
Prensa : Silvina Pizarro
Centro cultural de la cooperación, Av. Corrientes 1543, 50778077- 50778000

Critica de revista " A sala llena"

Nadie Plancha Como Yo
Por Julia Panigazzi

Nadie Plancha Como Yo

Dirección: Mariano Dossena. Producción: Pablo Silva. Autoría: Ana von Rebeur. Vestuario: Nicolás Nanni. Escenografía: Nicolás Nanni. Iluminación: Pedro Zambrelli Música: Diego Lozano. Elenco: Valeria Kamenet. Prensa: Silvina Pizarro.

Divertido unipersonal que aborda de lleno el tema del amor, las relaciones,que se espera de la pareja y un quehacer doméstico: el planchado.

Betty es una mujer adulta que repasa junto al publico su vida amorosa, maravillosamente interpretada por Valeria Kamenet, actriz perfeccionada en la comedia (Humordaza, Buenos Aires, Buen Humor, Solas y Solas) y acostumbrada a la cercanía con el publico, ya que en el Centro Cultural de la Cooperación, más allá de que no se interactúe con la audiencia: la atmósfera que se crea es íntima y las preguntas que el personaje con su voz aguda se hace, resultan cercanas, así su desolación y angustia que tanto intenta ocultar bajo el discurso positivista que es bien acompañado por un vestuario estilo años 50´(divino a cargo de Nicolas Nanni) comienza a destaparse.

Valeria Kamenet es la actriz ideal para este papel ya que se desenvuelve de manera natural en el escenario dividido en dos: mesa de luz, lámpara,teléfono y sillón que hace a su vez hace de tabla de planchar. Por otro una banqueta iluminada en un extremo en el cual Betty se posa para brindarnos la lista de verdades de una mujer sola, preguntase ¿Por que pasa estooo? Y hablar de algún que otro amor, entre otras cosas, todo con una marcada tendencia al stand up que entretiene y da como resultado un buena respuesta del público.

Alguna que otra coreografía junto a su plancha intenta distraer de la realidad de Betty que a pesar de lucir como una mariposa liviana y alegre, se encuentra sola por demás, impaciente, nerviosa y algo resentida (un poquito). Es facil identificar o identificarse: ya que la se trata de una mujer con aspectos de muchas mujeres: la que se escuda tras la predica positivista, la que utiliza un lenguaje propio de textos de autoayuda, la que se define en voz alta como completa, independiente y autosuficiente, abierta a conocer hombres que la valoren... pero con marcada tendencia a escaparse de la situación de pareja también.

Todos estos temas a buen ritmo son los que abarca la pieza escrita por Ana Von Rebeur (Ponete en Mis Zapatos, La Hija De) autora entendida en comedia tanto en teatro como en humor gráfico. Dirigida por Mariano Dossena (Los Invertidos, La Música, Tita Votó) quien aporta la mirada masculina sobre el texto reflexionando acerca de si la soledad es solo un aspecto femenino … Una obra entretenida e interesante para hombres y mujeres.

Teatro: Centro Cultural de la Cooperación - Corrientes 1543


Funciones: Sábado - 20:30 hs

Entrada: $ 40,00